Columna de opinión en el periódico El Heraldo escrita por Cesar Lorduy. Fecha de publicación: 24 de octubre de 2015.
Al final de la novela de José Saramago Ensayo sobre la ceguera se lee: “Quieres que te diga lo que estoy pensando, Dime, Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, Ciegos que ven, Ciegos que, viendo, no ven”.
La novela describe el caos producido por una “ceguera blanca” repentina que se convierte en plaga, totalmente inexplicable, incurable y contagiosa, en una ciudad en la que sus habitantes lo único que logran ver es un infinito manto lechoso.
Ese manto lechoso no ha cubierto todavía por completo a los habitantes del Caribe, pero todo indica que esa plaga comenzó y que no nos ha permitido ver, en su plena dimensión, la gravedad por la que atraviesa nuestra región por causa de los mayores costos del gas natural y el que se viene de la energía y frente a un eventual racionamiento de gas.
El origen de este probable racionamiento radica en que muchos de los contratos de corto plazo que garantizan el suministro de gas para que la Costa pueda atender sus necesidades, sin incluir a las térmicas, no se han podido renovar. Si eso no ocurre, la industria, el comercio y los usuarios residenciales se verán expuestos a cortes por falta de dicho combustible.
Nos amenazan con grandes efectos sobre el precio porque no hay gas en La Guajira, y argumentan que el poco que existe tiene un mayor valor. Entonces uno no entiende, ni puede aceptar, que gran parte de ese gas acabe vendido al interior del país. Lo anterior ha generado en estos momentos un déficit de gas para la Costa de, aproximadamente, 36 millones de pies cúbicos diario (MPCD), pero lo paradójico es que más del doble de esa cantidad le ha sido vendido en estos días a térmicas del interior.
Las térmicas han disparado las necesidades de gas, a pesar de que algunas inicialmente estaban obligadas a generar con diésel, pero lo hacen porque pagar el gas a USD10/MBTU o por más, aunque siempre por debajo del costo del diésel, es relativamente más económico para ellas, pero es un imposible para la industria pagar el gas en esos mismos rangos de precios, y en consecuencia no puede ser elemento de referencia.
Con diésel o con gas, pero más con diésel, lo cierto es que los costos variables de las térmicas se siguen incrementando, causándoles una insuficiencia financiera que ya se hizo presente en Termocandelaria y la obligó a cesar sus operaciones de generación. Ojalá esto no cause un efecto dominó.
La ceguera de la que habla Saramago se quiere hacer presente para que no veamos la gravedad de estar ad portas de un racionamiento de gas en la Costa, con grandes efectos negativos para la industria y los demás sectores productivos, a lo que hay que sumarle el mayor costo de la energía, originado por la escasez de la misma y el juego de los precios de esta.
Por eso sería oportuno revisar lo que Hernán Martínez hizo, como ministro de Minas, cuando le tocó intervenir adecuadamente el mercado, evitando que se racionara energía eléctrica, no se racionó gas y tampoco hubo especulación de precios del gas ni de la energía.
Nota: En función de consolidar un proyecto caribe más allá de Barranquilla y del Atlántico, los invito a votar masivamente mañana por Álex Char para la Alcaldía, y por Eduardo Verano para la Gobernación.
Link a columna de opinión: https://www.elheraldo.co/columnas-de-opinion/competencia-para-bien-223072