Columna de opinión en el periódico El Heraldo escrita por Cesar Lorduy. Fecha de publicación: 1 de octubre de 2016.
La popular canción infantil ‘Mambrú se fue a la guerra’ llegó a nuestro territorios y no creo que exista un ser humano en Colombia que no la haya cantado pensando que este era una especie de héroe; cuando se escucha la pegajosa melodía no se puede evitar que surjan los recuerdos de grandes y gratos momentos de la infancia.
Alfred López, un español que se dedica a coleccionar curiosidades y autor del libro ‘Ya está el listo que todo lo sabe’, nos informa que Mambrú es una deformación fonética del apellido Marlborough, que le correspondía a John Churchill, en cuyo “honor” los franceses compusieron la canción para celebrar su falsa muerte, pues en realidad como comandante británico había derrotado a los galos en la batalla de Malplaquet, que tuvo lugar en 1709.
Todos nos creímos Mambrú en algún momento y llegar a la guerra era un destino, hasta una quimera desde nuestra infancia, que afortunadamente hoy ha desaparecido en el país, por lo menos para no seguir matándonos entre nosotros, a partir de la firma del Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera, aplaudido por el mundo y saludado hasta por nuestros aviones militares.
Ya los ‘Mambrú’ no tienen que ir a la guerra: irán a la escuela o al trabajo. Lo harán a pesar de todas las dificultades que todavía tenemos, que no desaparecerán de la noche a la mañana ni por arte de magia. Lo cierto del caso es que todo lo que se ha hecho y se haga para generar nuevas oportunidades y esperanzas para las generaciones presentes y futuras, debe tener el apoyo, el impulso masivo del país.
Los ‘Mambrú’ de nuestro Ejército, esos sí héroes de carne y hueso, que por cierto no se han ido ni están en vacaciones y merecen todo el aplauso del mundo por su coraje y liderazgo, al igual que los miles que dieron la vida por nosotros, han sido los primeros en abrazar lo que será una nueva Colombia, que solo comenzará a construirse si los estudiantes, trabajadores, empresarios, educadores, víctimas, amas de casa, etc. deciden que las diferencias deben resolverse sin violencia.
Salvar vidas como producto del Acuerdo debe ser suficiente para aprobarlo; decir Sí será suficiente para silenciar los fusiles con el fin de cerrar la más grande fábrica de víctimas y desplazados, con lo que el país no se gastará los 600 billones de pesos que hasta ahora ha costado la guerra y los daños que esta causa; decir Sí permitirá proteger el medio ambiente y generar dividendos económicos para el agro y las regiones, entre otros beneficios sociales. Por eso el Acuerdo merece que su aprobación sea tan grande como los sueños que hoy todos tenemos.
‘Mambrú’ ya no ira a la guerra en Colombia, donde en adelante no debe haber espacio para seguir matándonos. Quienes hoy están por fuera de ese propósito deben sumarse al gran objetivo de decirle entre todos Sí a la paz y Sí a la vida, no porque nos falte memoria. No. Es porque nos sobran malos recuerdos de muerte y destrucción. Por eso debemos decir Sí al Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera. Los invito a votar y a apoyarlo masivamente mañana.
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