Tomado de Conexión Congreso, de Revista Dinero

Cuando la profesora de tercero de primaria, Olivia de Serpa, le preguntó qué quería ser cuando grande, no dudó en responder: Presidente de la República. Lo llamaron a rectoría, pero no fue para regañarlo, sino para felicitarlo porque muy pocos niños de la Institución Educativa Fundación Andi, en donde estudió becado tenían esos sueños; dijeron: «Ha surgido un niño con ideas distintas».

Cesar Augusto Lorduy Maldonado, hoy Representante por el Atlántico del partido Cambio Radical, ha sido un ‘come libros’ y gracias a su pasión por la lectura pudo ayudarse en sus estudios, siempre estuvo becado y además empezó a vivir desde muy joven este oficio, hacía resúmenes literarios y se los vendía a los compañeros de clase, en el colegio y la universidad.

Así complementaba sus ingresos para mantenerse en Barranquilla, una ciudad que conoce cuadra a cuadra, por el rebusque que empezó desde pequeño, cuando sus padres no tenían forma de ofrecerle recursos. » Soy de un origen muy humilde y me siento orgulloso de mi mismo porque soy un ejemplo para muchos», cuenta Lorduy mientras saborea un café en el centro de Bogotá.

Creció con mucho esfuerzo, pero la disciplina y su inteligencia lo llevaron a superar las limitaciones económicas, y aunque aún no ha logrado el sueño de ser presidente, hoy se estrena en una curul que le ofrecieron los hermanos Char, quienes vieron en él, una gran trayectoria empresarial, un ejemplo de vida y su compromiso con el servicio a los demás.

Así como lo fue Hernando Celedón Manotas, presidente de Monómeros, su mentor en la vida laboral, en la política Arturo y Fuad Char han sido sus guías, lo llamaron un día a preguntarle que si quería ser representante a la cámara, y Lorduy dijo que sí. Ante su respuesta los barones electorales del Atlántico le dijeron «bueno, arranca y haz campaña».

Y seducido por el Congreso renunció a su cómodo puesto en Monómeros Colombo Venezolanos, una empresa donde laboró por 34 años. Allí, empezó desempolvando los libros en el archivo, hasta llegar a ser su vicepresidente jurídico. También dejó de lado su oficina de abogados y ser miembro de varias juntas directivas.

Este abogado, medio nerd, escritor de columnas en varios periódicos del país y gran lector, fue miembro también de la junta directiva de la Andi, en donde estudió su primaria en el colegio de la fundación, que esta asociación creó en Barranquilla para ayudar a niños de escasos recursos como lo era él.

Dice Lorduy que la vida le ha dado tanto, producto de tanto esfuerzo, que quiere devolver esa generosidad, y trabajar por los demás «mis sueños son ahora los de miles de ciudadanos que votaron por mí o no».

Vive con su esposa, y a falta de hijos, tiene el corazón 24 horas dedicado a pensar cómo ayudar a quienes se levantan y no tienen para tomarse ni un tinto, » y esa es mi razón para seguir en este propósito».

«No me he sentido primíparo en el Congreso», dice Lorduy quien considera que ha tenido gran acogida, es un escenario natural como lo fue en Barranquilla y en el Atlántico, solo que desde la Cámara tiene mayor proyección.

Para este barranquillero que disfruta escuchar a la gente debajo de un palo de mango, el Congreso es la «principal junta directiva de Colombia», desde donde vela por su amado río Magdalena. Es el principal defensor del proyecto de navegabilidad por este afluente, y por ende es su tema bandera desde el Capitolio Nacional.

Dice que quiere ser mejor congresista, cada día, y le está apostando a convertirse en presidente de la Cámara de Representantes para la segunda legislatura, ya está en campaña para uno de los cargos más apetecidos en el Congreso.

Y por qué no, dice él, si ha logrado pasar de ser reciclador de basura, cuando estaba en segundo de primaria a ser presidente: «Sí es posible, yo soy un sueño hecho realidad».

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