Columna de opinión en el periódico El Heraldo escrita por Cesar Lorduy. Fecha de publicación: 12 de diciembre de 2015.

Como no existen sociedades mercantiles o civiles con ánimo de pérdida, todas persiguen un beneficio que una vez se obtiene, al final, se llamará dividendo, en algunos casos, o excedentes, en otros.

Atrás han quedado las máximas adjudicadas a Thomas Hobbes o a Maquiavelo, que exaltaban satisfacer única y exclusivamente las necesidades individuales, habida cuenta que hoy, cualquier beneficio o dividendo no puede ser obtenido pasando por encima de los intereses de los demás.

Para alcanzar los dividendos o los excedentes se requieren excelentes administradores, y es por ello que los asociados se esmeran en escoger a quienes, por sus calidades y condiciones, pueden brindar, por lo menos, la expectativa de obtener el beneficio, a sabiendas de que el mismo requiere de unas inversiones y unos gastos.

Así como los socios o asociados se agrupan para obtener dividendos, la sociedad, entendida esta –en términos generales– como la suma de individuos que se relacionan entre sí, que comparten un espacio y se rigen bajo unas reglas comunes, también los busca, sobre todo los que se derivan de derechos colectivos.

Son claros los dividendos o beneficios que debe buscar una sociedad. Por ejemplo, el tener un ambiente sano, pero hay derechos como el de la paz que, por su complejidad, requieren para lograrlo el concurso de variados factores sociales, políticos, ideológicos y económicos.

Al no ser la paz un derecho individual, ningún ciudadano de manera particular tiene el derecho de exigirle al Estado que utilice un mecanismo específico con el fin de alcanzarla, pero grupos de ciudadanos e incluso la sociedad como un todo, sí puede hacerlo, sobre todo si logra evidenciar, y en especial en materia económica, los dividendos o beneficios que la misma arrojaría.

Un ejercicio reciente realizado por el Departamento Nacional de Planeación, tomando como fuente la base de datos sobre conflictos armados elaborada por la Universidad de Uppsala, en Suecia, y la de países que han firmado acuerdo de paz que lleva el Peace Accords Matrix construida por el Kroc Institute de la Universidad de Notre Dame en Estados Unidos –utilizando una metodología muy rigurosa, más el cruce de diferentes variables–, permite evidenciar los dividendos económicos de obtener la paz en Colombia.

Los dividendos, según el DNP, entre otros serían que el Producto Interno Bruto (PIB) podría alcanzar en un escenario de paz tasas de 5,9% anual; inversión cercana al 35% del PIB y de ahorro aproximada al 26% del PIB en el largo plazo. Sectores como la agricultura, la industria y la construcción serían los más favorecidos.

Así que las evidencias demuestran que los dividendos económicos, que es uno de los tantos que se obtiene con la firma de la paz, son infinitivamente superiores a los costos de mantener una guerra que durante 40 años o más hemos vivido. Para alcanzar esos beneficios la mayoría de los ciudadanos, democráticamente, hemos escogido al mejor administrador. Es bueno saber que como coadministradores que somos del país, nuestro mejor papel es apoyar ese objetivo, sin desconocer que en el nuevo escenario que se construya las Fuerzas Militares no serán un lujo, sino una necesidad institucional fundamental para garantizar la paz, con más fuerza y dedicación que la realizada para la guerra.

Link a columna de opinión: https://www.elheraldo.co/columnas-de-opinion/amenaza-para-todos-231995

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