Columna de opinión en el periódico El Heraldo escrita por Cesar Lorduy. Fecha de publicación: 22 de noviembre de 2014.
No hay duda alguna que el contrabando destruye el empleo, genera multimillonarias pérdidas, desangra la economía y frena el desarrollo del país, pero el contrabando de leche formulada para bebés es más que una conducta criminal, porque atenta contra la salud de nuestros bebés y niños, y amenaza la vida de los mismos.
Gasolina, azúcar, harina, papel higiénico, fertilizantes, acero, plásticos, medicamentos, desodorantes, etc., y, más recientemente, fórmulas infantiles, entre muchos otros productos, hacen parte de este mercado ilegal que mueve US$ 16.000 millones y que por su causa se dejan de recibir más de $2 billones en impuestos, pero que además genera problemas de desabastecimiento en Venezuela, ya que los precios de algunos de esos productos importados y/o producidos por la hermana república, son fuertemente subsidiados, afectando a la industria de ambas naciones, a pesar del esfuerzo de las autoridades de los dos países,
Los resultados en Colombia hasta ahora indican que en el 2013 y lo que va corrido del año, se han hecho decomisos de más de 80.000 tarros de fórmulas infantiles de contrabando, y solo por La Guajira en los primeros 9 meses de este año han sido incautadas 12 toneladas de leche formulada para bebés, de diversas marcas y en diferentes tipos de empaque, que, según Juan Ricardo Ortega, director de la Dian, eso apenas es el 5% de lo que deberían estar cogiendo.
Para mantener y preservar la calidad de la leche formulada para bebés y niños es necesario cumplir con las condiciones de almacenamiento indicadas en la etiqueta, protegerla de los rayos del sol, luminarias o de la intemperie, almacenarla y transportarla lejos de fuentes de calor, mantenerla correctamente sellada en el empaque original, almacenarla y transportarla junto a otros productos compatibles y no debe ni siquiera acercarse a baterías de automóvil, detergentes y jabones, comida para animales, pesticidas, productos químicos, harinas de trigo, maíz, soya, granos y semillas, entre otros.
Si lo anterior se altera, como de hecho sucede, cuando el producto ingresa de contrabando, ya que es transportado y almacenado de cualquier forma y al lado de cualquier producto, la leche formulada para bebés y niños termina siendo contaminada, causando intoxicación alimentaria por contacto del bebé con potenciales alérgenos, toxinas y plagas en unos casos, y en otros termina siendo un producto inútil por la degradación de sus componentes nutricionales.
Contra el contrabando, los contrabandistas, los mercaderes de sus productos y de la muerte, y los que se lucran de una diferencia en precios que atenta contra la salud de nuestros bebés y niños, colocándolos en amenaza de muerte, se requiere participación ciudadana de rechazo, que tanto se reclama para otros escenarios, pero que en este caso se debe evidenciar, ya que de otra manera permitiremos con una pasividad frente a tal conducta delincuencial, motivada en muchos casos por el lavado de activos, que el contrabando que hoy es tan malo como lo fue el narcotráfico en los años 90, acabe no solo contra nuestros bebés y niños, sino con nuestras empresas, sus fuentes de trabajo y en consecuencia con los tributos que las mismas generan.
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