Oportunidad de desarrollo
En términos generales, una Zona Económica Especial (ZEE) es un área delimitada geográficamente que goza de ventajas naturales y logísticas aptas para ser un polo de desarrollo industrial y comercial, capaz de generar empleos de calidad y una cadena de valor que aumenta de manera considerable la demanda de servicios locales, lo que produce beneficios a toda su población colindante.
Una modalidad de estas zonas es permitida en Colombia, pero solo en los municipios fronterizos de Buenaventura, Cúcuta, Valledupar e Ipiales. Estas únicamente pueden dedicarse a producir bienes o prestar servicios con un alto componente exportador. Para ello cuentan con incentivos y beneficios en materia aduanera, laboral, retención, renta y complementarios, entre otros.
México, siguiendo el modelo de China y otros países, ha sido unos de los líderes en el desarrollo y crecimiento de las zonas especiales, logrando la ampliación de su economía con este tipo de áreas, a las que le han brindado condiciones especiales en materia de infraestructura, impuestos, etc., pero sobretodo no las han limitado a áreas geográficas fronterizas. Por el contrario, las han permitido en todo el país.
El modelo mexicano, con los ajustes necesarios, puede ser la gran alternativa para el Caribe. Uno de los tantos medios para lograrlo sería utilizar, más allá del aspecto turístico y asistencial, las ventajas que ofrecen las hasta ahora siete ciudades hermanas de Barranquilla: Buenos Aires, Argentina; Tampa, Doral y Brownsville, EEUU; Nankín, China; Kaohsiung, Taiwán, y Aberdeen, Escocia; y las que de seguro pueden ofrecer con las que se están gestando memorandos de entendimiento, como Houston y New Orleans, EEUU; Stavanger, Noruega; Singapur y Newfoundland y Labrador, Canadá.
Memorandos de entendimiento como el que recientemente firmaron los alcaldes de Barranquilla y Aberdeen, que generen acuerdos posteriores puntuales y permitan, entre otros beneficios, la transferencia no solo de inversiones, sino de conocimiento, precisamente para consolidar a Barranquilla como base para el desarrollo de las operaciones de hidrocarburos costa afuera y de la industria petroquímica, entre otras, a fin de que la ciudad sea la capital energética del Caribe.
Con el río Magdalena, el nuevo puente Pumarejo, la Vía de la Prosperidad, las dobles calzadas a Ciénaga y Cartagena, la infraestructura portuaria de estas tres ciudades, más la cercanía con EEUU y el Caribe, los departamentos del Atlántico, Magdalena y Bolívar pueden ofrecer lugares adecuados para ubicar varias Zonas Económicas Especiales, a las que fácilmente se les puede ayudar a aumentar su eficiencia, reducir costos operacionales y garantizar diversidad de inversionistas con incentivos de los municipios en las que lleguen a ubicarse.
El contenido del excelente libro publicado recientemente por la Cámara de Comercio de Barranquilla sobre una gran parte de la historia de esa entidad y de la ciudad, demuestran, en la práctica, que esta área geográfica del país fue una zona especial que permitió que aquí se asentaran propios y extraños, que vieron en el río Magdalena una de las fortalezas para desarrollar sus emprendimientos. Lo importante es que hacerlo hoy, pero con el objetivo de una subregión dentro de la Costa Caribe, solo requiere la misma voluntad que siempre hemos tenido y unos pequeños ajustes en la ley.
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