Columna de opinión en el periódico El Heraldo y escrita por Cesar Lorduy. Fecha de publicación: 7 de noviembre de 2015.
El 11 de junio de 2015, Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) decidió “no extender el contrato de suministro de gas que Colombia mantiene con nuestro país”.
El contrato, que debía finalizar en 2011 fue renovado varias veces y que finalmente se terminó el 30 de junio de 2015, permitió que Colombia exportara gas a ese país desde 2009, en volúmenes de entre 100 y 200 Mpcd, según el prestigioso ‘Informe del sector gas natural’, que publica Promigas.
Una de las suspensiones ocurrió a través de la Resolución 90456 del 29 de abril de 2014, expedida por Amylkar Acosta, ministro de Minas, que paró las exportaciones de gas con el fin de garantizar la atención de la demanda para consumo interno. Acosta explicó que el gas no exportado se asignaría a la generación térmica de energía del país, que sería necesario por la sequía que se anunciaba.
Sin embargo, y a pesar de que la Andi solicitó no seguir exportando, meses después el suministro de gas a Venezuela fue reactivado hasta el 30 de junio de 2015, cuando PDVSA hizo su anuncio.
Según lo pactado, Venezuela debe retornar el gas que Colombia le exportó en volúmenes de 38 a 40 millones de pies cúbicos de gas al día, a partir de enero de 2016. Empero, hay que recordar que no es el primer plazo acordado para ello. Incluso, la Contraloría General de la República, en su boletín de junio 15 de 2015, dijo que esos plazos hasta ahora no se han cumplido.
Días después de haberse terminado el contrato, arranca en Venezuela, sin inauguración alguna, el primer pozo productor del megacampo Perla, situado en el bloque Cardón IV, en aguas someras del Golfo, a 50 kilómetros de la costa frente a la península de Paraguaná.
El bloque Cardón IV, considerado el campo de gas offshore más grande de Latinoamérica, está a cargo del consorcio integrado por Repsol (32,5%), ENI (32,5%) y PDVSA (35%), que a su vez tiene firmado un contrato de suministro con PDVSA Gas.
Cardon IV, puesto en operación desde el 6 de julio de 2015, inició producción temprana con 150 millones de pies cúbicos de gas al día (ya van por 380) para alcanzar a finales de 2015 los 450 Mcf/día, pero con la incorporación de cuatro pozos adicionales en el mismo bloque pueden ir subiendo la cifra hasta los 1.200 millones en 2020. Según la Ley Orgánica de Hidrocarburos Gaseosos de Venezuela, este combustible debe ser dedicado, primordialmente, al desarrollo nacional industrial y petroquímico, a la generación eléctrica y al consumo doméstico.
Con el fenómeno de El Niño también presente en Venezuela, que se evidencia en los niveles críticos de la Central Hidroeléctrica Simón Bolívar, conocida como El Guri, la tercera más grande del mundo y que proporciona casi que el 64% de energía de ese país, las necesidad de gas para las térmicas son todos los días más exigentes.
De manera que esa mayor producción de gas está siendo requerida por la industria petroquímica venezolana y por proyectos que no han arrancado por la falta del combustible, que también es vital para la producción petrolera que requiere reinyección de gas.
En ese complicado escenario, Colombia debe cifrar sus esperanzas de recibir gas de Venezuela, siempre y cuando las obras de ingeniería que se requieren para ello estén debidamente culminadas en esa nación.
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