Columna de opinión del Representante a la Cámara por el departamento del Atlántico, Cesar Lorduy, en el periódico Portafolio. Fecha de publicación:19 de septiembre de 2018.

Nunca se ha visto alguna vez la política pública que orienta la regulación de la Creg.

La Comisión de Regulación de Energía y Gas (Creg) –se tiene que buscar en internet el significado de sus siglas porque nadie sabe lo que significa ni lo que hace– es tan confusa, compleja y nebulosa como su mismo nombre. Nadie sabe cómo trabaja, a quién rinde cuentas, ni cómo toma las decisiones.

Pocas veces la hemos escuchado consultando o explicando las razones para modificar tarifas, firmar resoluciones o definir reglas. La hemos criticado y la hemos padecido, pero su entramado interno es tan difícil de entender, y a sus comisionados pareciera gustarles eso, que nos cuesta saber sus motivos, razones y providencias.

Un par de ejemplos: Electricaribe es un problema histórico que familias y empresas hemos tenido que soportar sin que la Creg nos ayude a solucionar. Porque, claro, ese es un problema de infraestructura e inversión, pero también es un problema de regulación.

Y ni hablar de lo que ha hecho, o ha dejado de hacer, esta Comisión para que nuestras industrias sean más competitivas o tengan condiciones especiales en las tarifas de energía que les permitan crecer. Y como estos hay una cantidad de problemas con los servicios públicos de energía y gas que no han sido detectados por la Creg, y que no tendrán solución alguna por ahora.

Nadie ha visto alguna vez la política pública que orienta la regulación de la Creg. No existe una meta ni un rumbo; menos se ve una planeación, análisis de impacto y monitoreo, ni el seguimiento de sus decisiones. Ya hemos tenido experiencias negativas en la costa Caribe porque, desde Bogotá, le mandan órdenes autoritarias al mercado energético, perjudicando a miles de ciudadanos que, desprevenidos, ven venir una ráfaga de consecuencias sin entender algo.

Que sus comisionados son técnicos expertos, de eso no cabe duda. Pero estas personas que se reúnen en un bunker aislado del mundo a discutir fórmulas confusas, se están alejando cada día más de la vida real, de la practicidad del sector energético y de las necesidades de las familias y las compañías. No están conectados con los ciudadanos y empresarios, y no se les ve experiencia en este sentido.

No quieren escuchar, no les interesa. No quieren que participemos en sus decisiones, así se sienten cómodos. No hay organización interna para tener fácil acceso a las resoluciones, a sus metodologías ni a sus procesos. No hay funcionarios públicos que se sientan menos demócratas como los todopoderosos de la Creg.

Su misión de ser “independientes y transparente” no es creíble y no la han demostrado; su visión de ser “ágiles y eficientes”, mucho menos. Y ni hablar de si su regulación es “oportuna y de vanguardia”, como ellos afirman. O cambian los principios organizacionales que tienen en la página web por unos más realistas, o mejoramos la entidad para que los cumplan.

Desde el Congreso de la República los seguiremos vigilando y los citaremos para que rindan cuentas, pero desde ahora exigimos cambios, mejorías y una reforma a esta institución que llamamos Creg, pero que ya no me acuerdo lo que significa ni cómo funciona.

Quien entienda a la Creg que tire la primera piedra, o que venga y me explique. El que sepa cómo reformarla, y le hablo a la ministra María Fernanda Suárez, al ministro Alberto Carrasquilla y a la directora de Planeación Gloria Amparo Alonso, que por favor lo hagan, y de afán.

 

Link a columna de opinión: https://m.portafolio.co/opinion/otros-columnistas-1/cesar-loduy-maldonado-la-reforma-de-la-creg-521338

Autor

Sígueme en las redes sociales.