Columna de opinión publicada en el periódico El Heraldo y escrita por Cesar Lorduy. Fecha de publicación: 13 de diciembre de 2014.

A principios de junio de 2013 el empresario suizo Stephan Schmidheiny, socio de Eternit Italia, fue condenado a más de 16 años de cárcel por haber provocado -según la fiscalía italiana, de modo intencional- una grave “catástrofe ambiental y sanitaria”, que ocasionó la muerte de más de 3.000 personas por el uso de amianto, llamado también asbesto.

Según la OMS, en el mundo hay 125 millones de personas expuestas a las fibras que se producen con el asbesto, y más de 110.000 mueren anualmente por causa o razón de alguna enfermedad respiratoria producida por el mismo, que según los especialistas se termina inhalando sin saberlo y se encaja en los pulmones, produciendo variables complicaciones de salud.

El asbesto es un mineral que se encuentran en el suelo y en las rocas, que puede convertirse en fibra y  que ha sido utilizado  por muchos años como material a prueba de fuego, calderas, cartón grueso, materiales para insonorizar o decorar, resanado y empalme, pinturas con textura, aislamiento, conductos para hornos, fabricación de papel, losas de techo, mastique, pintura, frenos y almohadillas de embragues, enchapes y hasta en tampones femeninos, entre otros.

Los tipos más comunes de asbesto son el amosito, crocidolito y el crisolito, siendo el último, finalmente el único tipo de asbesto autorizado para uso industrial en el país, debido a que según Ascolfibras es una fibra más gruesa y por lo tanto difícil que penetre en los pulmones.

La Agencia Internacional para la Investigación sobre Cáncer, que forma parte de la OMS, clasifica a todos los asbestos como agentes productores de cáncer y esa es una de las razones por la cual la mayoría de los países que pertenecen a la Ocde– a la que queremos entrar– tienen prohibida dicha sustancia en sus territorios, tal como lo hace en Colombia el Convenio N° 162 de la OIT aprobado por la Ley 436 de 1998, siempre y cuando la sustitución del asbesto no sea razonable y factible.

Esfuerzos para la protección del trabajador a la exposición al asbesto se han venido realizando tal como lo demuestra el reglamento especial de higiene y seguridad aprobado por la Comisión Nacional de Salud del Asbesto Crisotilo y otras Fibras, que tiene como objeto reducir la exposición a tales productos en los ambientes de trabajo y prevenir los efectos perjudiciales de los mismos en la salud de los trabajadores. Sin embargo y a pesar de lo anterior, solo hasta agosto del año pasado es cuando se expide la nueva tabla de enfermedades laborales, que considera entre las mismas al mesotelioma maligno por exposición al asbesto, y a la asbestosis.

Lo cierto es que hoy todavía el asbesto sigue siendo utilizado en procesos y trabajos de resane y empalme, pinturas con algún tipo de textura, techos, tejas y enchapes y en adhesivos para instalar baldosas entre otros, y en consecuencia los trabajadores de la construcción son uno de los grupos con mayores riesgos a su exposición, por lo que se impone que las nuevas construcciones en la ciudad, tal como se viene desarrollando en Medellín, para que se puedan considerar amigables con el medio ambiente, más que tener un jardín vertical, deben iniciar por estar libres de asbesto y otros materiales tóxicos.

Link a columna de opinión: https://www.elheraldo.co/columnas-de-opinion/acecho-al-asbesto-177371

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