Columna de opinión en el periódico El Heraldo escrita por Cesar Lorduy. Fecha de publicación: 20 de febrero de 2016.

A la sequía que sigue azotando la Región Caribe debido a la falta de lluvias, originada por el fenómeno de El Niño, más la deforestación, la falta de cuidado de las fuentes de agua, etc., se le suman ahora los efectos de la cuña y la intrusión salina en los cuerpos de agua dulce.

La cuña salina surge cuando el agua dulce entra en contacto con el agua salada del mar y la primera fluye sobre la segunda debido a la diferencia de densidades. Es decir, el agua salada,  que es más densa o pesada, penetra por debajo de la dulce y la desplaza por causa de la morfología del cauce de un río, del caudal circulante, del nivel del mar, de los vientos persistentes, etc. Hoy parece que todo esto se hubiera alineado para originar la cuña salina que está presente en la desembocadura del río Magdalena y el canal del Dique.

Por su parte, la intrusión salina se origina cuando el agua salada se introduce desde el mar hacia los acuíferos costeros debido a la reducción del nivel freático del agua dulce, a la sobreexplotación de los acuíferos costeros o por la elevación del nivel medio del mar. Gran parte de lo anterior está presente hoy en la Región Caribe, sobre todo en zonas que ya no tienen fuentes de agua dulce superficiales –o están muy cerca de la orilla del mar– y que para poder satisfacer sus necesidades requieren pozos de agua dulce, cuyo contenido en estos momentos tienen unos niveles de salinidad superiores a los permitidos, tal como está sucediendo en La Guajira.

La presencia de la cuña salina ya está en Barranquilla y llega hasta las instalaciones de Rivert Port en el río Magdalena, y como este siga disminuyendo su caudal debido a la falta de lluvias podríamos estar muy cerca de situaciones –guardadas las proporciones– como las que vivimos en la década de los 80, cuando alguien afirmó que le había salido una sardina por la pluma del agua.

En el barrio Las Flores, en situaciones normales el agua dulce del río tiene un porcentaje de salinidad de 0,001%. Hoy estamos en niveles de 0,15% y eso obliga a que la Triple A, con los mayores costos que esto genera, tenga que bombear agua de Barranquilla a Puerto Colombia, a fin de lograr una mezcla que la haga apta para el consumo humano.

Ante estas circunstancias, las empresas que legalmente captan agua del río también incurren en esos mayores costos en contra de su competitividad, porque se ven obligadas a contratar más suministro de agua con la Triple A, o plantas desalinizadoras, a fin de tratar el agua que necesitan para sus procesos industriales. Y mayores costos también tendría Triple A –que no los recupera por vía tarifa–, si la cuña llega más allá del puente Pumarejo.
Igual sucede con el Canal del Dique: mientras la bahía de Cartagena recupera su belleza natural, la cuña salina afecta a varias poblaciones de Bolívar y Sucre. La Guajira igual tiene pozos con agua salada.

De manera que seguimos dependiendo de la naturaleza y nuestra indiferencia frente a ella tiene costos infinitos.

Link a columna de opinión: https://www.elheraldo.co/columnas-de-opinion/cuna-e-intrusion-salina-244510

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